Objetivos de Desarrollo Sostenible: una agenda en marcha
Las nuevas metas establecidas por Naciones Unidas para alcanzar un desarrollo pleno en 2030 suponen acciones y compromisos al interior de cada país. ¿Cuánto se avanzó en la Argentina? ¿Cuáles son los principales desafíos por delante? El análisis de los expertos.
“Transformar nuestro mundo”. Este es el lema que acompaña a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde su aprobación el 25 de septiembre de 2015 en la Organización de las Naciones Unidas y su posterior puesta en vigor el 1 de enero de 2016. Luego de años de trabajo en torno a los Objetivos del Milenio (ODM), la nueva agenda ofrece un alcance más amplio con tres dimensiones concretas: crecimiento económico, inclusión social y protección del ambiente.
Fueron 195 países los que decidieron aprobar 17 objetivos globales con 169 metas a cumplir en 2030, en torno a un propósito común: un estilo de vida que nos permita satisfacer hoy nuestras necesidades sin comprometer las oportunidades de las generaciones futuras. Ban Ki-moon, ex secretario general de la ONU, señaló en diversas ocasiones la necesidad de realizar un trabajo articulado entre gobiernos nacionales y locales, empresas, emprendedores, organizaciones y ciudadanos para su exitoso alcance.
Desde entonces, cada país debe adaptar la Agenda 2030 a su contexto y sus necesidades locales, para garantizar su puesta en práctica. En la Argentina, el área responsable de dicha tarea es el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Su coordinador, Luis Di Pietro, explica el proceso: “La implementación se inició con una primera priorización de metas en base a la realidad del país. Se actúa con todos los ministerios a través de seis comisiones de trabajo. Cada ministerio está fijando sus metas puntuales para 2019 y para 2030, para lo cual se necesita colaboración con otros”. Di Pietro anticipa que para abril próximo se tendrá el conjunto de metas
cuantitativas a nivel nacional.
A poco más de un año del inicio de esta nueva agenda mundial y a sólo 13 de la fecha propuesta para cumplir sus objetivos (que no son vinculantes), analizamos aquí los avances y desafíos de su implementación en nuestro país.
1. Fin de la pobreza. Esta es la meta central y su consecución implica al resto de los objetivos. En septiembre de 2016, el INDEC publicó que en la Argentina el 32,2% de la población es pobre y el 6,3% indigente. Florencia Drucker, directora de Comunicaciones de la ONG Techo, considera que contar con datos oficiales sobre la pobreza es el primer avance, pero “se debe medir el impacto de las políticas públicas”. Al respecto, agrega: “El principal desafío es la pobreza y la vulneración extrema de derechos humanos concentrada en asentamientos informales. Se debe involucrar a sus pobladores en la búsqueda de soluciones”. Según Techo, uno de cada 10 argentinos habita en asentamientos informales y al menos 650.000 familias viven sin acceso a los servicios de agua, luz y cloacas.
2. Hambre cero. Una de cada nueve personas en el mundo no dispone de los alimentos suficientes para una vida saludable. En la Argentina, la consigna “Hambre Cero” formó parte de la campaña electoral del actual Gobierno. Marisa Giraldez, directora general de Banco de Alimentos, destaca que hay una mayor conciencia sobre la problemática gracias a la articulación de distintas iniciativas. ¿Los próximos pasos? “Profundizar ese trabajo con el Estado y las empresas, y mejorar el marco jurídico y legal para permitir que más empresas donen aquellos alimentos que no van a comercializar”, expresa.
3. Salud y bienestar. El desarrollo sostenible implica, entre otros factores, que sus ciudadanos gocen de salud y bienestar a lo largo de su vida. Esto requiere poner en marcha políticas especialmente dirigidas a los niños, las mujeres embarazadas y madres, los pacientes de enfermedades puntuales y los ancianos. En el contexto argentino, además, exige reforzar campañas de prevención de enfermedades como del dengue o el mal de Chagas. A nivel global, el objetivo es aún más desafiante: se espera que cada país erradique por completo enfermedades como el SIDA, la tuberculosis y la malaria.
4. Educación de calidad. La educación es la médula espinal del desarrollo sostenible. Desde la ONU afirman que debe ser inclusiva, equitativa, de calidad y disponible a todos los grupos etarios. “En los últimos años hubo mejoras en la Argentina en el ingreso de todos los niños en edad escolar al sistema educativo y la inclusión de la primera infancia con la obligatoriedad de la sala de cuatro años”, explica Agustina Blanco, directora ejecutiva de Educar 2050 -proyecto que busca mejorar la educación en el país-, pero subraya: “Ese ingreso a la escuela debe ir acompañado de una educación inclusiva que garantice calidad y equidad: permanencia y egreso, y enfoques pedagógicos modernos e innovadores”.
5. Igualdad de género. Los avances en igualdad entre varones y mujeres son notorios en el mundo, pero aún queda mucho por hacer. En la Argentina, la violencia de género es una de las principales problemáticas sociales y se trabaja en campañas de prevención desde el ámbito público, privado y de la sociedad civil. El empoderamiento de niñas, jóvenes y adultas es otro de los ejes a nivel local. A ello se dedica la organización Voces Vitales. Su Coordinadora General, Mariana Massaccesi, agrega un tercer tema de trabajo: “Las mujeres participan en menor proporción que los hombres dentro de la fuerza laboral, y tienen menos acceso a puestos de alta dirección y menos posibilidad de percibir el mismo salario”.
6. Agua limpia y saneamiento. “Aún hay más de cuatro millones de personas no acceden a agua segura y cerca de ocho millones están sin saneamiento en la Argentina. Pero debemos reconocer que durante la última década se avanzó en la ampliación del acceso al recurso en áreas urbanas y periurbanas”, analiza Gonzalo del Castillo, coordinador general del Movimiento Agua y Juventud. Este objetivo busca que los países vayan por más: garantizar el acceso universal y equitativo a agua limpia y segura. Para ello, del Castillo apuesta a que el Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento permita mejorar la situación, pero con una planificación eficiente basada en el conocimiento de la problemática.
7. Energía asequible y no contaminante. Las energías renovables se sumaron a la agenda nacional a través de la Ley 27.191 que busca que el 25% del abastecimiento energético provenga de esta fuente para 2025. El ingeniero y cofundador de la Fundación Energizar, Diego Musolino, agrega el plan RenovAR como otro avance en la materia, por convocar al desarrollo de proyectos de energía renovable en territorio argentino, pero destaca que toda energía eólica o solar debe ir acompañado de algo esencial: la educación para un uso eficiente de la energía.
8. Trabajo decente y crecimiento económico. Este objetivo busca que los países alcancen un crecimiento económico sostenido dando garantías al pleno empleo, situación que en nuestro país aún presenta desafíos. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, se registró una suba del desempleo al 9,9% en el tercer trimestre de 2016. A esto se agrega un factor adicional: promover una economía que no dañe al ambiente, por lo que el rol de las agendas de Responsabilidad Social Empresaria y sustentabilidad en general al interior de las empresas -que crecen año a año en alcances e innovación- se vuelve fundamental.
9. Industria, innovación e infraestructura. Además de contemplar la construcción de infraestructura que permita responder de mejor manera a los efectos del cambio climático, este objetivo incorpora un nuevo elemento: el fomento de la innovación. “La mayor apertura al comercio internacional fomenta la creación de empresas y atrae inversiones extranjeras”, opina el innovador tecnológico y autor de tecnologías disruptivas Joan Cwaik. Su mirada como desafío futuro se centra en los ecosistemas de apoyo, networking y ayuda a emprendedores y empresarios para “permitir ubicar a la Argentina como un actor clave de la región”.
10. Reducción de las desigualdades. Según la ONU, la mayoría de los hogares en los países en desarrollo enfrentan hoy mayor desigualdad en la distribución de ingresos que en la década de 1990. Si bien se implementaron algunas medidas para favorecer a quienes más lo necesitan, como la Asignación Universal por Hijo, las diferencias en el acceso a servicios sanitarios, educativos y otros productivos persisten en la Argentina. “Hay que reducir la brecha social y poner el foco en las poblaciones históricamente marginadas, como las personas con discapacidad”, explica Gonzalo Bazgán, director ejecutivo de Cascos Verdes, organización que trabaja en la inclusión socio-laboral de personas con discapacidad intelectual a través de la educación ambiental.
11. Ciudades y comunidades sostenibles. A fines de 2016, la Argentina suscribió a la Nueva Agenda Urbana que busca garantizar un equilibrio entre urbanización y desarrollo sustentable. El país presenta avances y realidades diferentes en sus distintas ciudades y asentamientos. Andrés Borthagaray, director para América Latina del Instituto Ciudad en Movimiento, destaca la movilidad y el acceso a la vivienda como ejes centrales: “Ambos van de la mano: cómo me movilizo, de qué manera, en cuánto tiempo, a qué costo. Hay medidas locales que en otros países ya no se toman y preocupan, como las inversiones en más autopistas urbanas ya que fomentan el uso del vehículo, generan más emisiones y contaminan el aire”.
12. Producción y consumo responsables. Un objetivo que aplica a la producción y consumo de agua, energía y alimentos, pero que encuentra en éste último una realidad concreta en Argentina. Pedro Landa, presidente honorario del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO), destaca la comunicación como mutuo eje de avances y desafíos: “Hay mayor conciencia en los consumidores gracias a los medios y a los espacios de vínculo con los productores, como las ferias. Pero también es necesario hacer más masivo el mensaje de cómo y bajo qué condiciones se produce para que más personas tomen decisiones responsables”.
13. Acción por el clima. Con un Acuerdo de París para hacer frente al cambio climático ya en vigor, según Carlos Gentile, subsecretario de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Ambiente, “Argentina dio pasos significativos en 2016 con la creación del Gabinete de Cambio Climático que reúne a 12 ministerios y la revisión de la propuesta presentada por el gobierno anterior para reducir emisiones”. Enrique Maurtua Konstantinidis, director de Cambio Climático de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), describe los desafíos: fortalecimiento de la resiliencia y capacidad de adaptación, desaliento al desarrollo de la industria de los combustibles fósiles, cumplimiento de las leyes (como la de bosques y glaciares).
14. Vida submarina. Este objetivo se propone proteger los océanos, que representan las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra. Uno de sus ejes es la creación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) -resguardo por ley de sus aguas, fauna y flora- que en la Argentina busca alcanzar el 10% de su superficie marina. Hoy es del 4%. Roxana Schteinbarg, coodinadora ejecutiva del Instituto de Conservación de Ballenas, destaca una mayor apertura del gobierno actual para la participación de las organizaciones sociales, y explica: “Se deben incluir los diversos ecosistemas del mar argentino, inclusive los territorios antárticos”. Para una pesca responsable, reclama “escuchar a la ciencia para saber cuál es el mejor aprovechamiento sustentable”.
15. Vida de ecosistemas terrestres. Este es un objetivo clave para la Argentina, en donde la falta de financiamiento para la Ley de Bosques, una deforestación promedio de 180.000 hectáreas anuales, la degradación de suelos como consecuencia del sobrepastoreo y las malas prácticas agrícolas, ponen en riesgo a múltiples ecosistemas. Así lo cree Manuel Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre, ONG que trabaja en pos de la conservación: “Las actividades de control del aprovechamiento ilegal de los bosques son esporádicas y sin sanciones ejemplares. Los productores más responsables terminan compitiendo en el mercado con productos forestales ilegales”.
16. Paz, justicia e instituciones sólidas. Para promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas, el rol de las instituciones es fundamental. Según la ONU, la corrupción, el soborno, el robo y el fraude fiscal cuestan alrededor de US$1.260 millones al año para los países en desarrollo, como la Argentina, siendo el poder judicial y la policía las instituciones más afectadas. La existencia de una Oficina Anticorrupción tiene una responsabilidad fundamental en la consecución de este objetivo.
17. Alianzas para lograr los objetivos. Es el último de los objetivos, pero su cumplimiento es clave para lograr los demás: revitalizar la alianza entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para su concreta aplicación. Para ello, el financiamiento y las inversiones se vuelven indispensables. Susana Silvestre, miembro de la comisión directiva de la comunidad de emprendedores INICIA, reflexiona: “Somos una población muy River versus Boca, no creo que aún los objetivos sean apreciados como un valor que beneficia a todos”. El trabajo con organizaciones intermedias como sindicatos y entidades sociales, sostiene Silvestre, es fundamental para generar conciencia de sus beneficios y un efecto multiplicador.
| Artículo publicado en el suplemento de Gestión Sustentable del diario La Razón |