Heladera social, un proyecto que ya tiene 120 réplicas en todo el país
Nació en Tucumán, en 2015, y permite que cualquiera done alimentos para que otros los retiren.
A comienzos de este año apareció, de un día para otro, una heladera sobre la vereda en la intersección de las calles porteñas de Arribeños y Campos Salles. El electrodoméstico no identificaba la procedencia, simplemente estaba cubierto por un banner con las citas: «La comida no se tira. Retira libremente sólo lo que necesites». Una nueva Heladera Social había llegado a Buenos Aires.
La reciente experiencia de Núñez es casi idéntica a los orígenes de la iniciativa: sorpresiva, con un objetivo claro, una respuesta frente a una problemática que preocupa. Una Heladera Social es un electrodoméstico que mira a la calle para que los vecinos aledaños (ciudadanos y comerciantes) depositen allí la comida que ya no comen o venden y pueda mantenerse en estado de conservación para que pueda retirarla alguien que está pasando hambre.
¿Quién se ocupa de este proyecto? Nadie en particular o, mejor dicho, cualquier persona. «Cada heladera social tiene su propio funcionamiento y administración. La única condición es que no tenga banderas políticas, que siempre esté en manos de la sociedad civil», afirma Fernando Ríos Kirsner, impulsor de la iniciativa.
Qué hacer con los sobrantes
«Al estar en el rubro gastronómico por más de 20 años, nos preocupaba poder hacer algo con la comida que se desperdiciaba por exceso o sobrante y que aún estaba en perfectas condiciones», recuerda. El miedo a ir en contra de la ley dejó esa idea suspendida durante tres años. Una madrugada de enero de 2015 Ríos Kirsner y su socio estaban cerrando su establecimiento gastronómico en San Miguel de Tucumán cuando vieron a una familia en situación de calle. El padre ayudaba a uno de sus hijos a ingresar a un contenedor de basura en busca de comida. «¡Estábamos tirando comida que llegaba en condición de basura a esa familia!», exclama preocupado.
Al día siguiente se sentaron con sus empleados a debatir la idea, redactaron un proyecto sobre cómo serían los pasos a seguir (en especial la clasificación de lo que sería sobra, excedente y en qué porción se serviría) y la primera Heladera Social llegó a la calle tucumana un 23 de febrero de 2015. Hoy ya son más de 110 las heladeras sociales que en todo el país evitan la generación de un residuo y alimentan a una persona que padece hambre. Misiones y Córdoba son las provincias que lideran el proyecto con mayor cantidad.
¿Qué ocurrió con ese temor legal inicial? Al sacar la primera heladera a la calle, sus impulsores notificaron a la municipalidad tucumana sobre la iniciativa. La respuesta fue de apoyo positivo. Al respecto, Ríos Kirsner reflexiona: «Heladera Social es un proyecto de sentido común. No hay una ley que contemple lo que hacemos. Pero el problema de sentido común que advertimos es mucho más grave que el problema de la ley. Tiene que ver con considerar a aquel que pasa hambre como un vecino. Nunca hablamos de sobras, sino de compartir nuestro plato de comida con el otro. Antes de tirar lo que no comemos, ¿por qué no dárselo a otro en una condición más digna?»
En España existe un proyecto similar que instaló su primera «nevera solidaria» el 29 de abril de 2015. Impulsado por la Asociación de Voluntarios de Galdakao (localidad del País Vasco), hoy ya son 13 las neveras instaladas en distintas ciudades españolas, salvando más de 200 kilos de alimentos por mes.