Educación ambiental: la clave para generar conciencia
Como cada año, hoy 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental. Una fecha para tomarmos unos minutos a pensar sobre aquello que debiera ser eje en toda institución educativa, pero que también requiere de una puesta en práctica al interior del hogar.
Un 26 de enero de 1975 expertos de más de 70 países se reunieron en Belgrado, República de Serbia, para celebrar el Seminario Internacional de Educación Ambiental. El evento marcó un antes y un después pues estableció los principios sobre los cuales se basaría la educación ambiental en el mundo, conforme los programas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El resultado del seminario: la publicación de la Carta de Belgrado donde se enumeran los pilares de la educación ambiental. Dada la importancia que esta reunión tuvo para la temática, desde entonces, cada año se celebra el 26 de enero como el Día Mundial de la Educación Ambiental.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a la educación ambiental? Se trata de un proceso que busca despertar y generar conciencia en el ser humano respecto del vínculo de interacción que existe entre el hombre y su entorno, y la necesidad de encontrar una forma de relación entre ambos que se caracterice por la armonía y el respeto. Allí se encuentra el eslabón clave de la educación ambiental: el poder contribuir a la toma de conciencia sobre el ambiente, sobre la naturaleza, sobre la Tierra en sus máximas expresiones y con sus mágicas bellezas que los definen; pero también sobre el vínculo que el ser humano tiene para con ellos, hoy más definido por la contaminación, el deterioro, el peligro, y en medio de un proceso de cambio de paradigma hacia un vínculo más armónico que garantice un desarrollo sustentable.
El gran interrogante que surge al hablar sobre educación ambiental es: ¿quién debe enseñarla? ¿quién debe promoverla? ¿Acaso son sólo las instituciones? La respuesta se encuentra en ese misma necesidad de involucramiento de los distintos actores y de generar un cambio de acción concreto. Sí, las instituciones educativas, las escuelas, los colegios deben considerar la educación ambiental. Pero he aquí dos cuestiones importantes.
La incorporación de la educación ambiental en las instituciones no debería realizarse como una materia individual, totalmente independiente del resto de la currícula. Quizás esta inclusión pueda ser un primer paso de trabajo y avance, por supuesto. Pero a donde se debería tender es hacia la temática del ambiente y la sustentabilidad como un eje transversal a toda la currícula, a todas las materias. ¿Qué mejor para los niños y jóvenes que poder establecer interacciones entre la geografía y los desastres naturales por región, entre la historia y cómo la Revolución Industrial significó el inicio de un proceso de producción contaminante con consecuencias hasta nuestros días, o hasta entre las propias matemáticas y las cifras de emisiones de gases contaminantes que se generan hoy en su país, en su ciudad, en su pueblo?
La promoción de la educación ambiental en las instituciones debería considerar otro elemento importante: estudiar allí donde está el ambiente. Estamos acostumbrados, o hemos naturalizado, procesos y metodologías de educación al interior de las aulas, totalmente desconectados del mundo natural que nos rodea. ¿Qué ocurriría si se saliera con los chicos al parque, a que estén en contacto con la naturaleza? ¿O que vean cómo en la propia ciudad se arrojan residuos de manera equívoca o ya se han comenzado a separar en categorías? Ser más naturales.
Lejos de pensar que la educación ambiental es tema exclusivo de las instituciones, también implica de una labor al interior de los hogares. Los ritmos de vida actual totalmente acelerados muchas veces hacen que darle una tablet a un niño sea más fácil que salir a divertirse con ellos en un parque. Las consecuencias de una u otra decisión, serán totalmente determinantes para el futuro de ese niño, de ese joven.
Tomar conciencia sobre el ambiente, sobre el vínculo que ese niño puede tener con la naturaleza, es una tarea que muchos podrán considerar difícil, molesta y hasta que les lleva tiempo. Pero me remito a las frases de David Bond, creador del proyecto Project Wild Thing, ante este pensamiento: “Algunas personas dicen que no tienen tiempo. Otras que les estoy dando una actividad más por hacer en su rutina. Lo que yo siempre respondo es: puedes hacer un muy pequeño cambio. Es muy fácil dejarse llevar por el hecho de tener el próximo celular, la próxima computadora o el último estreno de una película. Pero deben aprender que el tiempo en la naturaleza es el mejor tiempo que pueden dedicar de sus vidas. Es libre, no tiene costo y es realmente bueno y positivo para tu salud física, mental y emocional”.