Work and travel: un vuelo en peligro de extinción al Sur
Se viene mi segundo work and travel del año, el primero que hago en profundidad dentro del territorio de mi país. Un viaje que combina movilidad, con naturaleza, con desconexión tecnológica, con decisiones políticas que generan debate y lo más importante: con un ave que nos necesita a todos.
Hace ya tres y años medio que por primera vez viajé al exterior de mi país. Había ido un verano a Uruguay, pero la cercanía, la similitud cultural, la hermandad latinoamericana, siempre me hizo pensar que aún no había salido verdaderamente al mundo. Pero hace tres y años medio, toda mi energía se concentró en el continente europeo. Un viaje que marcó un antes y un después. En lo personal venía de una situación difícil, de esas que modifican tu vida, tu pasado, tu presente, tu futuro. Fue un viaje de descanso, de desconexión, de disfrute pleno, de amistad. Recuerdo que horas antes de iniciar el vuelo, una amiga me dijo: «Vas a ver que a partir de este viaje, no vas a parar de viajar». Recuerdo esa frase como si fuera ayer… Recuerdo esa frase porque así fue.
Cuando esa primera aventura al exterior estaba por concluir recibí un mail que ya me confirmaba mi próximo viaje para capacitarme en cambio climático. Así vino Río de Janeiro (Brasil), así vino Lima (Perú), así vino Ciudad de México (México), así siguió Toronto (Canadá), Ginebra (Suiza), Bonn (Alemania), París (Francia), Santiago de Chile (Chile), Nueva York (Estados Unidos), Marrakech (Marruecos) y el más reciente regreso hace menos de un mes desde el otro lado del mundo: Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). Todos y cada uno de ellos fueron por motivos de trabajo. Todos y cada uno de ellos los disfruté al 100%, no como la molestia de no poder hacer turismo sino como el bello placer de ejercer mi profesión como periodista ambiental en otro lugar, con otras personas, bajo otros paisajes y aprendiendo de una nueva cultura. Siempre me gustó llamarlos work and travel, esa mezcla perfecta de trabajar y viajar, de viajar y trabajar, no importa el orden, sólo disfrutando el hacer lo que amo en sus dos facetas.
Si bien durante el 2016 viajé al interior del país a dar charlas sobre cambio climático, siempre fueron visitas muy esporádicas; algunas incluso yendo y viniendo en el día. No tenían quizás la profundidad de lo que yo denomino work and travel. Lo eran en cierto punto, pero les faltaba algo.
Mañana, lunes 20 de febrero de 2017, hago el segundo work and travel de este naciente año, el primero en profundidad en territorio argentino. ¿El destino? Santa Cruz. ¿Por qué tiene tanta importancia? Por todo lo que significa, más allá de lo que anticipé. Es la primera vez que viajo rumbo al sur del país, ese al cual arriban cada temporada de verano o invierno cientos de turistas ávidos por disfrutar de sus montañas y lagos. No es un viaje de congresos, ferias ni exposiciones. Es estar en el terreno, en las mismas condiciones en las que allí trabaja la gente, es incluso ser consciente que no siempre se tendrá un baño disponible cuando uno lo desea al estar recorriendo kilómetros y kilómetros.
Este work and travel combina varios de los diversos temas sobre los cuales escribo a diario, casi como debiera ser la sustentabilidad misma: es transversal a diferentes temáticas y supone múltiples responsabilidades. El objetivo es conocer el proyecto de conservación que a nivel nacional se hace del Macá Tobiano. Sólo voy a adelantarles un dato para que comprendan su importancia: el Macá Tobiano es un ave en peligro de extinción y el único lugar en el que habita es la Patagonia Argentina.
La situación en peligro de ciertas especies y los contextos extremos en los cuales habitan es tal que incluso voy con la incertidumbre de quizás no poder llegar a ver a ningún Macá Tobiano en persona. Pero toda anticipación a un viaje debe ser optimista y así sean kilómetros los que no separen, en cada minuto sabré que allí es donde habita este bello ser y que ese es el espacio que todos debemos velar por proteger ante intereses económicos, políticos y otras causas naturales que hoy agudizan su situación.
Como aquel viaje hace tres años y medio, si bien allí fue por propia voluntad, esta semana me tendrá desconectada de la tecnología. Pues, favorablemente, a más vínculo con lo natural, más desconexión con las redes sociales y la vida virtual. Parece un desafío imposible de cumplir, pero nada será mejor que disfrutar del muro de charlas que viviré en persona con quienes allí trabajan, de las frases de 140 caracteres cuando ya estemos cansados de recorrer tantos kilómetros, de esos paisajes que quedarán en mi memoria como el mejor perfil fotográfico de Instagram. Ello hará más valioso ese breve momento en que tengamos conexión en los hospedajes para compartirles lo más destacado, lo más importante, lo más significativo.
¡Que empiece un nuevo work and travel!
La foto es de ese primer viaje, durante la excursión a la Torre de Londres, (Inglaterra) donde uno puede conocer cómo era el vínculo entre la realeza humana y los animales hace tantos años, siglos. ¿Cambió ese vínculo? ¿Mejoramos como seres humanos? ¿Respetamos y cuidamos a los otros seres?