Ser vegetariano, ¿podría salvar al mundo frente al cambio climático?

Pareciera que sí. Así lo ha establecido un nuevo estudio que evidencia el impacto que la alimentación del ser humano tiene en el ambiente.

Decir que tener una dieta basada en vegetales, o incluso en productos que no sean de origen animal, es bueno para el planeta, no es algo nuevo. Pero cuando la comunidad científica se expresa ante esta situación, se revela la importancia que nuestra alimentación tiene para el cuidado de la Tierra y el impacto (positivo o negativo) que se puede generar a través de cada una de las elecciones que realizamos cuando comemos.

Conforme un nuevo estudio de la Universidad de Oxford, Inglaterra, si cada una de las personas de todo el mundo fuera vegetariana o vegana, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la industria alimenticia se lograrían reducir en un 70% para 2050. Los hallazgos evidencian que un cambio en los hábitos alimenticios en pos de priorizar los vegetales, las semillas y los ingredientes no asociados a un origen animal, sería notoriamente beneficio, frente a un panorama más preocupante de continuar con el actual sistema de alimentación que, en países como la Argentina, se sostiene en un (exagerado) consumo de carnes.

El estudio va más allá de estas cifras e incluso revela que si cada uno de los seres humanos del planeta Tierra adoptara los principios de las reconocidas guías alimentarias, se podrían evitar 5.1 millones de muertes al año. ¿Cuáles son los principios de esas guías? Elementos y prácticas tan sencillas como tener una dieta rica en frutas, vegetales y legumbres, baja en carnes y azúcares, y moderada en calorías. Es decir, más salud, más calidad, más entendimiento de comer lo que el cuerpo necesita.

Uno de los autores de la investigación es contundente respecto del impacto que nuestra alimentación tiene para el ambiente: “El sistema de alimentación es responsable de más de un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que las dietas no saludables y la obesidad son las principales causas de la mortalidad prematura”. Por este motivo, una dieta planetaria basada en vegetales no sólo permitiría reducir las cifras en términos de emisiones en favor de la naturaleza, sino que también sería una expresa forma de disminuir los costos que año a año se generan en el ámbito de la salud para poder responder a estas enfermedades y problemáticas del organismo humano, asociadas a una alimentación escasamente saludable.

No se trata de dejar de comer carnes, pescados, pollo, huevos, leches de un día para otro y de manera arbitraria, sino de empezar a generar pequeños cambios cada día en nuestros hábitos alimenticios para reducir nuestra huella sobre el ambiente, pero también para cuidar nuestra propia salud. No se trata de dejar de comer carne en todas sus variantes porque sí, sino de, por ejemplo, empezar una vez a la semana a no consumirla y sumarse a la iniciativa internacional de los Lunes Sin Carne. Martin Springmann, autor del programa sobre El Futuro de la Comida de la universidad británica, lo sintetiza de la siguiente manera: “No esperamos que todo el mundo se vuelva vegano. Pero los efectos del cambio climático en el sistema de la alimentación serán más fuertes de enfrentar y van a requerir de algo más que sólo cambios tecnológicos”. Se tratará de cambios en nuestros hábitos alimenticios.

| Artículo publicado en Sustentator |

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Tais Gadea Lara • 4 mayo, 2016


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