Vida silvestre: ese símbolo de que el planeta nos necesita

Hoy no es un día más en el calendario. Hoy se celebra el Día Mundial de la Vida Silvestre. Una ocasión para aprovechar a tomar conciencia sobre la importancia y urgencia de la conservación de todas las especies de la Tierra.

“Exhorto a todos los ciudadanos, las empresas y los gobiernos a desempeñar el papel que les corresponde en la protección de los animales y las plantas silvestres. Las medidas que adoptemos cada uno de nosotros determinarán el destino de la fauna y flores silvestres del mundo. ¡El futuro de la vida silvestre está en nuestros manos!”.

Manos. Esas manos que esperan ponerse en práctica en pos del planeta. Esas manos que puedan comenzar a ser cada vez más parecidas, más iguales, más idénticas a las del orangután bebé que abraza a su madre a quien eligió no por genética sino por adopción en un momento en donde, frente a toda crítica y opinión contraria a una conciencia en los animales, ambos rostros evidencian que saben perfectamente que están en peligro de extinción. Ambos rostros piden ayuda. Ambos rostros nos piden que nos arremanguemos y los salvemos.

Las palabras iniciales corresponden al mensaje elegido por el Secretario General de laOrganización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, para celebrar hoy, 3 de marzo de 2016, el Día Mundial de la Vida Silvestre. Una fecha que busca honrar la belleza y la variedad de la flora fauna salvajes, pero que también busca crear conciencia sobre la importancia de la conservación de todas las formas de vida existentes en el planeta Tierra.

“El futuro de la vida silvestre está en nuestras manos” es el lema elegido para la celebración de este año, en un gesto de demostración por poner sobre la mesa el rol clave y protagónico que el ser humano puede y debe tener en el presente y futuro de las especies. La situación actual de la fauna y flora es cada vez más preocupante. El número de especies en peligro de extinción se incrementa año a año, trayendo consecuencias no sólo para la propia especie sino para toda la cadena de animales. Desde el 1500, al menos 803 especies se extinguieron. En 2008 se anunció que existen 16.928 especies en peligro de extinción. Es decir, 1 de cada 4 mamíferos, 1 de cada 3 anfibios, 1 de cada 8 pájaros.

La naturaleza es una demostración perfecta de que en ella nada existe por casualidad, todo está perfectamente vinculado en una relación de armonía y funcionalidad. Cualquier cambio, cualquier modificación, cualquier alteración en ese vínculo ocasiona un quiebre que se termina volviendo, en muchos casos irreparable.

Podríamos mencionar dos grandes causas vinculadas a esta problemática. Por un lado, el fenómeno del cambio climático y sus inevitables impactos en la fauna y flora alrededor del mundo. Una deforestación acaba con la vida de especies vegetales, al mismo tiempo que deja sin hogar a numerosos animales. Las inundaciones también cuentan como víctimas a aquellas olvidadas especies que habitaban en el lugar del hecho. Los incendios terminan con la vida de animales que encuentran en los bosques su increíble y hoy afectado hogar. Ejemplos de cómo ellos también viven y sufren el principal problema de este siglo. Ejemplos que se traducen en menos ejemplares, y que se transcriben en letras rojas (casi como de sangre) en una especie menos.

Pero el cambio climático no afecta sólo a la biodiversidad en territorio continental, sino que también se traslada a las aguas profundas de los océanos a través del fenómeno de la acifidicación. La alteración que el dióxido de carbono genera en el PH del agua, modifica por completo el estado de los arrecifes de coral y perjudica a las especies que allí habitan a diario. Hoy más del 60% de los arrecifes de coral del mundo están en riesgo, producto de la actividad humana.

Por otro lado, si bien el cambio climático (no hay dudas) es producto de la actividad del ser humano, hay otro motivo que, en toda esta problemática, involucra al hombrede una forma que a veces cuesta comprender con racionalidad. Pesca indiscriminada, zoológicos y circos que sólo buscan divertir a personas, tráfico de especies exóticas, incremento de la cantidad y la variedad de consumo de animales… la lista podría seguir. En Japón, un concurso premia al plato de cocina cuyo pescado (o propiamente dicho pez) llegue vivo a la instancia final. Es decir, donde el jurado pueda comerse a un animal, que pasó por sartén, fuego y condimentos, aún cuando éste esté respirando, aún cuando éste se esté moviendo. En la India, sólo por motivos culturales, se venden partes de las rayas, sin pensar en su situación de urgente riesgo. En El Congo, se quita la vida a los últimos gorilas de montaña del mundo sólo para poder ingresar a un Parque Nacional y explotar el petróleo que yace sobre sus inmensos campos verdes. ¿Qué nos está pasando? ¿A dónde hemos llegado? ¿A dónde vamos a llegar? ¿Acaso a estar solos en el mundo?

Miren esta imagen por 1 minuto. Deténganse en los detalles, los colores, las miradas, las sonrisas pícaras, los ojos cómplices….

Algunos de estos animales fueron fotografiados por última vez en todo el mundo. Algunas de estas especies hoy sólo tienen ésto… una foto, un recuerdo, un legado de lo que fue una familia que el propio ser humano ha hecho desaparecer. Cuando pienso en el lema para este Día Mundial de la Vida Silvestre, pienso en las manos del fotógrafo Joel Sartore y de cada momento que su dedo apretó el botón de la cámara para tomar una foto, para registrar a las especies en peligro de extinción… quizás por última vez…, para demostrarle al mundo entero la belleza que habita en nuestra naturaleza y que está hablando para que la escuchemos. El trabajo Photo Ark es una magnífica e inspiradora demostración de la forma en que podemos decidir empezar a mover nuestras manos. Una realidad preocupante como es la extinción de especies, se convirtió en un bello llamado de alerta en pos del planeta.

Llegó el momento de ensuciarnos las manos, no como sinónimo de corrupción, ilegalidad y matanza, sino como producto de un esfuerzo y profundo trabajo por cuidar la vida existente en la Tierra en todas sus formas, y no sólo en la humana. Las manos se expresan cuando elijen un shampoo testeado en animales u otro a base de productos orgánicos con testeo tecnológico. Las manos se expresan cuando en lugar de tomar un boleto de un zoológico u oceanario, optan por un avistaje de ballenas para contemplarlas en su estado natural. Las manos se expresan, incluso, cuando acarician a un perro de la calle con un plato de comida y un hogar, en lugar de despojarse de él con desprecio mirando a un costado.

La mujer conservacionista más importante del mundo, Jane Goodall, es tan reflexiva como simple en sus palabras: “Nosotros queremos pensarnos como diferentes, pero no somos tan distintos; nosotros también somos animales. Si aceptáramos que no somos los únicos seres que tenemos personalidad, una mente, sentimientos y conciencia, nos empezaría a resultar incómodo darnos cuenta cómo tratamos a otros animales que habitan en la Tierra”.

El futuro de la vida silvestre está en nuestras manos. No como manos de posesión, superioridad y castigo. Sino como manos que deben ser tomadas para caminar juntos en el camino del desarrollo sustentable y el cuidado del planeta para un futuro mejor… para todos.

| Artículo publicado en Sustentator

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Tais Gadea Lara • 3 marzo, 2016


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