Nuevas generaciones de líderes ambientales

| Por Jaqueline Fowks | A mediados de julio, el proyecto brasileño Guerreros sin armas logró recaudar más de 26.500 dólares en una plataforma digital decrowdfunding para capacitar a 60 jóvenes de 23 países en emprendimiento social orientado al medio ambiente. El entrenamiento vivencial se realiza desde hace 15 años usualmente en la Baixada Santista, un área de comunidades pobres de Santos, en la costa del estado de São Paulo, y es uno de cientos de iniciativas locales y globales de latinoamericanos con resultados concretos, un paso más adelante del activismo. La gran cantidad de líderes ambientales de 18 a 29 años de edad en un territorio con 31% de selva –según el Banco Mundial (BM)– es reflejo también de la amenaza a los recursos naturales: por ejemplo, entre 2011 y 2012 se produjo la mayor disminución del área selvática: la región pasó de tener más de 9,4 millones de kilómetros cuadrados a poco más de 9,3 millones.

Pero otro indicador más cruento de estas amenazas es el asesinato, en 2013, del ambientalista Jairo Mora en Costa Rica: él tenía 26 años, era un voluntario en la protección de huevos de tortugas, y su crimen quedó impune en febrero de este año.

Según el quinto informe de Evaluación del panel de expertos de cambio climático (IPCC), América Latina tiene “abundantes recursos de agua dulce, distribuidos de manera desigual. Los recursos existentes son muy importantes para el abastecimiento de agua en las zonas urbanas, para la agricultura practicada por 580 millones de personas (incluido el Caribe) y para la energía hidroeléctrica, que cubre el 60% de la demanda eléctrica”.

El mismo documento reconoce que Latinoamérica “alberga las mayores zonas de diversidad biológica y zonas silvestres del mundo, incluida la Amazonía”, que abarca unos 6,7 millones de kilómetros cuadrados. “La conversión de los ecosistemas naturales es la principal causa de pérdida de biodiversidad y de ecosistemas en la región, y es el segundo factor responsable del cambio climático inducido por el hombre, ya que representa del 17% al 20% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero durante la década de 1990”, añade el informe de la Alianza Clima y Desarrollo en 2014.

América Latina ha sufrido numerosas consecuencias del cambio climático, según el IPCC: algunas son el retroceso de los glaciares en los Andes; el mayor caudal en la cuenca del Río de la Plata; el aumento de lluvias y mayor riesgo de deslizamientos e inundaciones en el sudeste y norte de Sudamérica y en América Central; los cambios en los flujos extremos del río Amazonas; y el aumento en la frecuencia y la extensión del dengue y la malaria.

Frente a ese escenario, los jóvenes de América Latina actúan en sus ámbitos más cercanos – como la comunidad, la escuela o la universidad–, aunque también influyen en los espacios de decisión gubernamental o global.

Diego Arguedas Ortiz, un periodista costarricense, llegó a Varsovia a los 23 años como parte de un equipo de jóvenes que seguía e informaba a diario sobre los pasos de los negociadores en la Cumbre del Clima, sobre si llegarían a un acuerdo de reducción de la temperatura de la Tierra. En 2014 repitió la experiencia en Lima, en laCOP20.

Arguedas relata a EL PAÍS el ánimo de los jóvenes posterior a la sentencia por el homicidio de Mora: “Cuando el sistema judicial deja impune su caso, deja el espacio para que los jóvenes se hagan la pregunta: ¿es el Estado mi aliado en esta lucha? Aunque en ocasiones la respuesta sea no, los jóvenes se mantienen en pie. La protección ciudadana del medio ambiente es una virtud del costarricense, por más que las autoridades a veces fallen: los universitarios y otros jóvenes han liderado luchas contra la minería metálica a cielo abierto, la presión para prohibir la caza deportiva y la exploración petrolera. Y la absolución de los sospechosos del crimen de Jairo, más que crear un distanciamiento, puede haber alimentado esa voluntad a golpe de rabia. Pero es innegable que es mucho más frágil la lucha ambiental: un fallo como ese la hace vulnerable”.

Desde 2000, 403 jóvenes de 37 países se han capacitado en los cursos de Guerreros sin armas en Brasil. Rodrigo Alonso, uno de los responsables de esta formación, ex­plicó a un canal de televisión: “Cuando uno consigue realizar un sueño colectivo eso genera una energía muy grande porque uno recupera la esperanza de que se puede hacer el mundo mucho mejor”. En el primer día del entrenamiento, los participantes resumieron su historia de vida, dibujándola en una vara de bambú. Natalia Díaz Gonçalvez, una joven bióloga nacida en Santos (São Paulo), sostiene “si quiero cambiar alguna cosa, que sea en mi región”. En años anteriores Guerreros sin armas ha ayudado a formar centros artesanales comunitarios, panaderías, así como a recuperar los saberes tradicionales de la pesca.

Otra iniciativa, esta vez en Colombia, es la protagonizada por Víctor Fabio Luna, un joven biólogo que es vicepresidente de la Fundación Herencia Natural, que desarrolla un proyecto con caficultores al norte del Tolima. La institución ha conseguido comercializar una variedad de café especial, conservar el ecosistema altoandino, que es hábitat de unas ranas venenosas en peligro de extinción, y mejorar las condiciones de los productores que participan en el proyecto.

La mentora Tais Gadea

La periodista argentina Tais Gadea, de 27 años, se ha especializado en medio ambiente y es una Climate Reality Leader, es decir, una mentora de la organización del mismo nombre, liderada por el exvicepresidente estadounidense y ambientalista Al Gore. Gadea destaca el empuje de los latinoamericanos en las causas relacionadas con la protección de los recursos naturales y la calidad de vida asociada a ellos. “Si algo destaca a América Latina del resto del mundo en materia de las acciones y el espíritu para hacer frente al cambio climático y en pos del cuidado del planeta, es la participación activa de la juventud”, asegura.

“He tenido la oportunidad de conocer a jóvenes de diferentes países que, con pasión, formación y entusiasmo, emprenden sus propias iniciativas para promover un estilo de vida más sostenible. Por ejemplo, durante el entrenamiento de Climate Reality en Río de Janeiro, el pasado noviembre, alumnos de un colegio de México fueron entrenados y hoy dan charlas sobre cambio climático en instituciones de su país, incluso algunas de ellas dirigidas a adultos. Muchos de los jóvenes entrenados como líderes en cambio climático realizan sus primeras charlas en sus colegios u universidades”.

“Cuando trabajamos por el medio ambiente”, continúa la periodista de origen argentino, “lo estamos haciendo partiendo del interrogante de qué planeta estamos dejando a las futuras generaciones. La pregunta debe complementarse con otra cuestión: ¿qué generaciones estamos dejando al planeta? La respuesta dependerá de los espacios y la participación activa que les demos (que nos den) a los jóvenes”.

| Artículo publicado en el diario El País de España |

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Tais Gadea Lara • 23 julio, 2015


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