Agua. Un planeta con sed

Acceder al agua es un derecho, cuya igualdad y universalidad parece haber perdido toda garantía en los últimos tiempos. La falta de acceso a agua segura se ha convertido en una de las problemáticas políticas, económicas, ambientales y sociales más importantes del siglo XXI a nivel mundial. Comprender sus causas y consecuencias, ya está permitiendo que acciones conjuntas de organizaciones encuentren un respeto a este derecho, para todos.

Un niño muere cada 20 segundos en el mundo por problemas relacionados con la falta de acceso a agua potable. Sí, mientras escribo este artículo, mientras vos lo leés, cada 20 segundos hay una muerte de una pequeña vida inofensiva que se podría haber evitado. El reloj nos recuerda cada 20 segundos que hay un problema, y que debemos empezar a actuar ante él.

La cifra que alarmó al mundo en noviembre de 2014 es producto de una investigación de la organización Oxfam Intermón y evidencia que niños y niñas menores de cinco años fallecen por culpa del consumo de agua sucia y sus enfermedades asociadas. Es decir, que el agua sucia “mata” más que la guerra, la malaria, el sida y los accidentes de tráfico combinados. ¿Cómo es posible que sigamos nuestras actividades cotidianas mientras conocemos esta realidad? ¿Cómo es posible que un recurso tan preciado como el agua y un derecho universal no puedan ser garantizados para todos por igual?

La problemática del acceso al agua se presenta como uno de los desafíos ambientales, sociales, políticos y económicos más importantes del siglo XXI. La falta de acceso al recurso en condiciones seguras, salubres y óptimas afecta principalmente a las comunidades de bajos recursos. Gonzalo del Castillo, presidente del Movimiento Agua y Juventud, es contundente al respecto: “El problema del acceso al agua es de los más importantes sencillamente porque se erige como un problema y deber ético. No se puede permitir un presente en el que seamos capaces de enviar sondas espaciales a Marte, y que a su vez coexista con niños muriendo por diarrea”.

COMPRENDER EL PROBLEMA

“No conozco cómo es el sabor del agua potable”. Sincera, con los ojos llorosos y un nudo en la garganta, así relata una mujer su realidad en el documental “La Sed del Mundo”, del fotógrafo y director francés Yann Arthus-Bertrand. Una mujer que, como muchas otras en Chad o Etiopía, luego de la filmación seguramente haya iniciado su caminata de cinco horas diarias para buscar y cargar unos 50 litros de agua, exponiéndose a terrenos peligrosos, ataques de animales salvajes e incluso violaciones, para acceder a un agua que ni siquiera está en óptimas condiciones que luego será consumido por sus hijos, y ella lo sabe.

El 97% de la Tierra es agua salada, pero solo el 1% de ella es consumible. Es decir, los siete billones de personas dependemos de ese simple, pero tan importante 1%. ¿Por qué algunas no tienen acceso a él de manera segura? Por un lado, la falta de planificación pública y de urbanización de ciertas comunidades que parecen haber quedado en el olvido dificulta el acceso a un recurso en condiciones seguras y salubres, lo que hace que las personas busquen alternativas para llegar a él y sobrevivir. Por otro lado, la falta de seguridad depende directamente de la contaminación que el actual sistema de producción capitalista de consumo genera diariamente.

El 80% de las enfermedades está relacionado al acceso a agua contaminada y sucia, tales como la diarrea, la malaria o afecciones respiratorias, que afecta de manera mortal la vida de 1.555.200 niños y niñas menores de cinco años en el mundo al año, según Oxfam Intermón. La salud no es el único ámbito afectado en las comunidades sino también toda posibilidad de desarrollo y vida digna. El director de la organización, José María Vera, describe esta incidencia: “Las mujeres se ven obligadas a dedicar muchas horas para traer agua, lo que les impide dedicarse a actividades productivas generadoras de ingresos o participar en la toma de decisiones de la comunidad. Las niñas dejan de ir al colegio para ayudar con la tarea de acarrear agua, lo que crea un círculo vicioso de la pobreza».

“Los efectos de la problemática generan muchos de los mayores y más costosos impactos  –en salud, alimentación, educación- para las sociedades humanas y, a menos que se considere como una prioridad ineludible -con el desarrollo de planes de manejo integrado a largo plazo- los impactos a futuro serán mayores”, explica Del Castillo.

La incidencia (ya presente) del cambio climático en el ciclo hidrológico -con mayores sequías e impacto en los reservorios de glaciares- y del aumento proyectado del consumo de agua que llevará inevitablemente a una sobreexplotación de varias fuentes, se presentan como las principales causas que tornarán más grave la problemática en un futuro no muy lejano.

BUSCAR UNA SOLUCIÓN

Conscientes de la problemática, diferentes organizaciones impulsaron proyectos a nivel local, nacional e internacional que, con innovación, tecnología e inclusión social, buscan dar una respuesta transitoria o definitiva a la falta de acceso al agua segura en cualquier país, independientemente de su desarrollo. Tal es el caso de la Fundación 1001 Fuentes que logró brindar filtros de agua de cerámica a más de 940.000 personas en Camboya. O de la propia ciudad de Barcelona (España) que supo implementar históricamente una medida sustentable frente a la escasez del agua que padecía la comunidad.

A la hora de buscar una solución, los objetivos son claros: rapidez, economicidad y practicidad en los hábitos cotidianos de las personas de bajos recursos, que son las más afectadas a nivel mundial. Estos tres aspectos se resumen, por ejemplo, en la propuesta internacional del LifeStraw, un revolucionario sistema de filtración microbiológico instantáneo de agua que elimina un mínimo de 99,999% de bacterias, parásitos y virus. Sus principales ventajas radican en la prevención de enfermedades como la salmonella, cólera, rotavirus, hepatitis A, entre otras; y que no requiere de alimentación eléctrica, baterías ni repuestos. ¿Qué permite esto? “El principal objetivo es su alcance: que el filtro lo pueda usar cualquier persona de cualquier comunidad en riesgo”, asegura el médico Nicolás Wertheimer, representante en Argentina mientras muestra cómo, al poner agua sucia en un vaso, puede tomar su parte “limpia” con un simple sorbete “filtrador”. La sustentabilidad del producto está garantizada por su economicidad, su duración (más de 30 años) y por el trabajo conjunto con ONGs y empresas para instalarlos en las comunidades necesitadas.

En América Latina, el Programa Sed Cero busca, tal como su nombre lo indica, incidir en políticas públicas y mejorar las capacidades actuales de resolución de problemas sociales para paliar el problema del acceso al agua de las comunidades rurales del Gran Chaco Americano (que abarca los países de Argentina, Bolivia y Paraguay). Las claves del programa son la concientización y participación activa de las comunidades sobre el tema, la incidencia, la acción coordinada entre diversos actores sociales y la implementación concreta de proyectos de acceso al agua.

EDUCAR – ACTUAR – REEDUCAR

En esa búsqueda por encontrar una solución a la problemática, la educación se presenta como una herramienta clave de cambio. Este ha sido el tema que convocó al training de “Jóvenes Líderes en Educación para la Ciudadanía Global” en Busan (Corea del Sur) en abril, del cual Patricio Roulier Pazos formó parte, en su experiencia como entrenador en desarrollo sustentable y cultura del agua. “La educación global para la ciudadanía en temas de acceso al agua es vital porque acceder al agua es un derecho y, si no conocemos de su existencia, es difícil ejercerlo”, asegura Roulier Pazos y agrega: “Los valores de protección y cuidado de este recurso deben ser transferidos desde niños a adultos, así es como podemos hacer ese `cambio´ que queremos ver para caminar sobre un paradigma sustentable”.

Con ese mismo propósito de educación de la ciudadanía, el Movimiento Agua y Juventud ha publicado recientemente el primer Mapa del Agua de Argentina. Se trata de una plataforma virtual que permite georreferenciar la situación real de acceso al agua de escuelas y comunidades rurales del país. Las fechas de la problemática aún no habían sido localizadas a nivel nacional, por lo que la herramienta permitirá relevar y sistematizar la condición de las comunidades en situación de vulnerabilidad hídrica, e implementar proyectos de acceso al agua segura.

El Mapa del Agua fue presentado en el Seminario “Agua para Nuestro Futuro” en Daegu (Corea del Sur) en abril y evidenció sus posibilidades de réplica a nivel mundial. “La posibilidad de sistematizar la real situación de escuelas y comunidades se les presentó a organismos y organizaciones de base como estratégica para agilizar su trabajo”, explica Del Castillo y argumenta: “La posibilidad que brinda el Mapa del Agua de facilitar la colaboración y participación de toda la ciudadanía mediante la carga descentralizada de información en la plataforma y la donación de recursos (económicos y/o materiales) y/o tiempo voluntario, también despertó mucho entusiasmo”. Al momento, 15 referentes de América Latina, África y Asia están interesados en replicar el mapa en sus países.

Con conocimiento y educación, chicos y grandes se pueden convertir en agentes de reeducación de la ciudadanía y cambio. La problemática del acceso al agua no nos afecta aún a todos, pero sí nos responsabiliza, y es importante (y urgente) comenzar a trabajar en las propuestas de solución de cada comunidad, ciudad, país o región. Quizás como reflexiona Roulier Pazos: “La educación en acceso al agua es como dice la filosofía `ubuntu´: yo soy porque tú eres y tú eres porque yo soy. Si no nos reflejamos en los valores y en el ser humano, el acceso al agua se ve imposibilitado”. En definitiva, nunca sabremos hasta cuándo seguirá saliendo agua de nuestras canillas. El cambio tiene que ser hoy por vos, por el otro, por todos, porque cada gota de agua cuenta… porque vivamos en un planeta sin sed.

| Artículo publicado en Ecomanía |

Tais Gadea Lara • 25 mayo, 2015


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