¿El día, o el año de la Tierra?

Una fecha clave que nos invita a tomar conciencia. Un día más en el calendario que nos exige repensar el vínculo que tenemos con el planeta Tierra y la necesidad de que este 2015 realmente signifique un cambio en la búsqueda por reducir el impacto de la humanidad sobre el único espacio que tenemos para habitar.

Día de la bicicleta, día de la eficiencia energética, día de la biodiversidad, día mundial sin auto, día del animal… el hombre supo organizar históricamente su vida en torno a un calendario y, luego, tuvo la necesidad de darle un significado a la mayoría de ellos. ¿Por qué tantas fechas? ¿Por qué acaso tantos reconocimientos? ¿Por qué prácticamente cada día podemos encontrar un motivo para decirle a la gente hoy es esta fecha, hoy tenemos que pensar en esto, hoy podemos realizar esta acción?

La respuesta es sencilla y compleja a la vez. Sencilla porque se trata, ni más ni menos, que por el hecho de tomar conciencia. Si no hubiera un uso excesivo de autos en las grandes ciudades del mundo, la promoción de la bicicleta y sus beneficios de casi nulo impacto ambiental no serían un motivo para “celebrar”. Si no basáramos todo nuestro sistema capitalista de producción en la explotación de combustibles fósiles, la promoción de las energías renovables no sería la razón para que en una fecha al año hablemos de sus tipos, sus ventajas, sus oportunidades. Si no explotáramos las especies animales con fines comerciales o de entretenimiento, al punto de llevarlas a su extinción, no habría una fecha que nos recuerde la importancia de la conservación. Tomar conciencia. Eso que parece tan sencillo y que se vuelve tan complejo a la vez.

¿Acaso se trata de tomar conciencia solo un día al año? ¿Acaso realmente sirve “celebrar” ocasiones que en verdad nos remiten a nuestro costado más negativo como seres responsables del daño que le ocasionamos al planeta? En 1970, el senador estadounidense y activista ambiental, Gaylord Nelson, vio la necesidad de hacer oír un reclamo de toma de conciencia por ese daño que el ser humano le estaba haciendo al planeta y por la falta de respuesta que dicha situación encontraba en la agenda de los políticos nacionales. La manifestación del 22 de abril de ese año hizo que más de 20 millones de personas salieran a las calles a reclamar esa toma de conciencia a políticos, pero también a la ciudadanía global. La repercusión de la acción fue tal que el gobierno de los Estados Unidos creó la Agencia de Protección Medioambiental nacional y, luego, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), terminó de darle un marco legal a la fecha.

Pasaron 45 años de aquel día y aquí estamos… Pasaron 45 años, con la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro 1992 de por medio, con el fracaso de la 15º Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhagen en 2009, con “el espíritu de Lima” 2014 que intenta marcar el camino rumbo a París. Pasaron 45 años y hoy la toma de conciencia sigue siendo el motivo por el cual nos convoca este Día Internacional de la Madre Tierra. Pero no una toma de conciencia azarosa, que solo nos lleve a la reflexión teórica. Una toma de conciencia que, como aquella manifestación de 1970, nos lleve a acciones concretas para frenar nuestro impacto negativo sobre el planeta, para transformarlo en una generación positiva de acciones.

“Cada vez somos más conscientes de los estragos que ha causado nuestra especie: la contaminación, la progresiva escasez de recursos, la extinción de especies y la precipitación hacia puntos de inflexión que podrían alterar la forma en que funciona nuestro planeta”, expresa el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon con motivo de una fecha en la que el reclamo de la organización mundial está puesto en dejar de invertir en combustibles fósiles para aunar los esfuerzos en la promoción de las energías renovables.

Pasaron 45 años de aquella fecha y, con conciencia o sin ella, hoy estamos cuidando con armas las 24 horas al último rinoceronte blanco macho del mundo para evitar su extinción. La contaminación del aire se presenta como la principal causa de riesgo ambiental para la salud de la humanidad, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2008, la organización Wildlife in a Changing World (La vida silvestre en un mundo cambiante) anunció que existen 16.928 especies en peligro de extinción. Es decir, 1 de cada 4 mamíferos, 1 de cada 3 anfibios y 1 de cada 8 pájaros. El 58% de los arrecifes de coral del mundo están en riesgo producto de la actividad humana. La tala indiscriminada de árboles y la desertificación (que ya afecta a 168 países según la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación) son una realidad con consecuencias a escala planetaria.

Pasaron 45 años y aún las partes, los países, los diferentes líderes políticos de sus respectivos gobiernos no han llegado a poner la firma en un acuerdo que busque parar, revertir y llevar a balances positivos cifras que no se hacen más que reflejar una realidad que ya todos vemos, y sobre la cual todos podemos comenzar a hacer algo. “Las grandes decisiones que tenemos por delante no corresponden solo a los legisladores y los dirigentes mundiales. Hoy, hago un llamamiento para que todos nosotros seamos conscientes de las consecuencias que tienen nuestras decisiones sobre el planeta y lo que supondrán para las generaciones futuras”, destaca Ban Ki-Moon en su mensaje con motivo de la fecha.

Bajo el lema propuesto por la ONU “Llegó el momento de asumir el liderazgo”, el 2015 se presenta como el año bisagra donde todo (o nada) puede pasar a fin de año en París con motivo de la 21ª edición de la Conferencia de las Partes (COP21). Allí, los líderes políticos del mundo deberán llegar a un acuerdo vinculante respecto a los compromisos que asumirán sus países para reducir su impacto ambiental en la lucha contra el cambio climático. La presentación de las Contribuciones Nacionales (INDC)exige procesos de investigación científica previos, compromisos que, más que ambiciosos, sean alcanzables por las partes; y también de una participación ciudadana, como ya lo vimos con Chile y su Consulta Pública para conocer la opinión de organizaciones, empresas y la sociedad en general.

El 2015 se presenta como un año de exigencia para que ese liderazgo político realmente se haga sentir. Para que lo que ocurra en la capital francesa no quede en la historia como un fracaso humano (al estilo Copenhagen), sino como el año donde aquella búsqueda de toma de conciencia de 1970 encuentre realmente un compromiso político y social en la protección del planeta… del único planeta que tenemos.

| Artículo publicado en Sustentator |

Tais Gadea Lara • 22 abril, 2015


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